
Lisa Eldridge, maquilladora de celebrities y fundadora de su marca de maquillaje homónima, afirma que este tipo de maquillaje maximalista y dramático siempre triunfará en las redes sociales. Pero el colorete en especial siempre tiene un punto de escapismo y diversión que podemos adaptar a la vida real. "El colorete siempre será una de las partes más lúdicas de maquillarse", dice Eldridge.
"Se trata de disfrutar del ritual de la belleza", añade Pat McGrath, maquilladora de celebrities y fundadora de PatMcGrath Labs. En Vogue World 2025: Hollywood, McGrath transformó a un grupo de modelos en nobles de la época de la Revolución Francesa, con mejillas rosa vibrante incluidas. "Tras varias temporadas de minimalismo, volvemos a buscar la creatividad".
Con su ensoñadora influencia rococó, a menudo idealizamos la rutina de belleza de María Antonieta. "Hay un intenso romanticismo en la belleza rococó", dice McGrath. "Es fantasía, feminidad y rebeldía a la vez".
Pero el auténtico protocolo de María Antonieta era bastante extenso. Según Eldridge, tanto el célebre ritual de tocador de Antonieta (compuesto de una limpieza con Eau Cosmetique de Pigeon, elaborada con una infusión de nenúfares, melones, pepinos, limones y palomas estofadas; tonificar la piel con un astringente elaborado con vides llamado Eau des Charmes; y una mascarilla facial a base de dos cucharaditas de coñac, un tercio de taza de leche en polvo, zumo de limón y una clara de huevo) como su rutina de maquillaje eran una "compleja representación política".
Cuando llegó a la cosmética, el colorete se aplicaba por varias razones. La viruela (y sus efectos destructores en la tez) hacía estragos en el siglo XVIII, y las mujeres buscaban formas de ocultar las manchas oscuras y las cicatrices que dejaba en sus rostros. Para ello, recurrían a los polvos blancos en crema, que cubrían todo el rostro, y se pintaban pequeños lunares falsos llamados mouches, con encantadoras formas de corazones, lunas y estrellas. Para acabar, un colorete abundante y vivo. En la aristocracia, Eldridge explica que el color rojo también tenía una simbología importante, ya que era señal estatus. De ahí que el rubor se aplicase en círculos enormes, precisos y vibrantes.
En la década de 1780, las tendencias de belleza empezaron a orientarse hacia un maquillaje más natural. Según Eldridge, en los días previos a su ejecución, Antonieta utilizaba poco los polvos y el colorete era menos prominente. "De manera sutil, se estaba despojando de todos los símbolos externos que señalaban su estatus y perturbaban el sistema de Versalles", afirma Eldridge.
¿Qué es el "colorete María Antonieta"?
De vuelta al mundo moderno, McGrath describe el "colorete María Antonieta" como un homenaje al rubor opulento y romántico de la época, "delicado pero dramático. Refinado, pero lleno de vida", describe. "No es contouring; es una floración de color que irradia desde el centro del rostro hacia fuera, como la luz de las velas o la porcelana".